El vino siempre ha sido un alimento, en opinión de los científicos y de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud. No obstante, no fue hasta los años 90 cuando se empezó a hablar de los efectos beneficiosos del consumo moderado de vino, gracias a un estudio coordinado por la OMS en 16 países europeos.
Unos mil componentes, aproximadamente, se han identificado en el vino. Agua y alcohol etílico son los más abundantes y conocidos, pero también contiene glicerol, ácido tartárico, ácido málico, azúcares reductores, potasio, magnesio, sodio, vitaminas, polifenoles y taninos, entre muchos más. Cada uno cumple una misión y juega un papel, y seguramente por eso, Pasteur llegó a la conclusión de que es “la más higiénica y sana de las bebidas”. Algunos son nutrientes bien conocidos, otros son responsables de aromas, sabores, texturas y colores, y otros tienen importantes efectos positivos en la salud.
Aunque todavía desconocemos muchas cosas, cada vez se sabe más del vino y curiosamente, cada vez se descubren más efectos beneficiosos.